sábado, 10 de abril de 2010

Peritos buscan, hasta en el polvo, una pista


Se realiza una diligencia más para esclarecer la muerte de Paulette.
A penas se llega a esa pequeña puerta de madera y una voz alerta: “¡no vean directamente la luz porque pueden quedar ciegos!”, con esa advertencia la tensión crece.
Todo es sorpresa al ver a hombres, con bata blanca y overoles rojos, que tienen cubierta toda la estancia y la sala. Es la casa de los Gebara Farah.
Además, todo está acordonado con cintas plásticas de color amarillo: “Prohibido cruzar PGJ Estado de México”. Son los peritos de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México.
Antes de atravesar por el iluminado lobby del edificio, las órdenes habían sido estrictas: “sólo cinco minutos, antes de entrar se van a registrar, se tienen que poner guantes y cubre bocas y habrá áreas totalmente restringidas, quien no cumpla con las instrucciones será sacado inmediatamente por un policía…”
Alguien comenta que esas medidas debieron aplicarlas desde el principio para preservar el lugar.
Todo está en desorden, los peritos sacan de un pequeño closet un pantalón azul marino y la luz cegadora, de color violeta pasa por toda la prenda, al fondo un cuadro sobresale, compuesto por unas manos abiertas, un rostro masculino en el ángulo superior izquierdo, en el lado opuesto el de una mujer y a los pies una virgen de Guadalupe con flores blancas, todavía frescas.
La recámara de Paulette está más que resguardada por cinco sellos diferentes, el espacio es sombrío y provoca tristeza al ver la puerta blanca decorada con letras de colores.

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